Jóvenes bailarines del Liceo Carmela Carvajal se coronan campeones provinciales de cueca

Estefanía Fernández Cárdenas (12 años, 7° básico) y Juan Pablo Yefi Ojeda (13 años, 8° básico), estudiantes del Liceo Carmela Carvajal de Osorno, han logrado algo extraordinario: coronarse campeones provinciales de la cueca en categoría infantil, en un certamen realizado en San Pablo.

Lo asombroso de esta hazaña radica en su origen. Su historia juntos comenzó apenas el 6 de agosto -menos de un mes antes de ganar el campeonato- con una primera práctica en la casa de uno de ellos. Lo que en ese momento era un simple encuentro de ensayo, se transformó rápidamente en una alianza vibrante. En apenas dos semanas y media, sin apenas preparación previa como dupla, superaron la etapa comunal y se impusieron con pasión y convicción en la fase provincial en San Pablo.

Detrás de esa victoria hay raíces profundas: Estefanía recuerda haber visto bailar a su tía Carla y a su tío Ángelo, quienes actúan en fiestas familiares de su comunidad en el campo. “Ellos bailan juntos, participaban en campeonatos escolares, y mi tía siempre me enseñaba a bailar cueca”, cuenta con emoción. A su lado, Juan Pablo reconoce que su gusto por la cueca nació en su infancia y fue motivado por su familia: “Mi papá, Fabián, mi mamá, Diana, y mi hermano, Fabián, también habían participado en campeonatos”, relata con orgullo. Estas tradiciones folklóricas, ancladas en San Juan de la Costa y Puyehue, los impulsan en cada movimiento.

Cuando se unieron como dupla, la conexión fue inmediata. Se conocieron en competencias, charlaron a través de redes sociales y se hicieron amigos. Pronto comenzaron a ensayar juntos, descubriendo que poseían una química natural en la pista y compartían un sueño común: honrar su herencia folclórica.

Su preparación, aunque breve, fue intensa. Ensayaban todos los días y dedicaban tardes enteras cuando el fin de semana coincidían -de 18:00 a 22:00- revisando coreografía, armando paso a paso cada zapateo, afinando detalles. Vestidos tradicionales, sí, pero cuando ensayaban en el liceo, no era viable llevar toda la vestimenta, así que alternaban entre ensayos con ropa normal y otros con el atuendo folclórico, siempre con entrega.

La familia se convirtió en un sustento emocional constante. Estefanía recuerda cómo su mamá la peinaba antes de cada competencia, su tía la perfeccionaba, su abuelita la animaba sin pausa y su abuelito se encargaba de conseguir los vestuarios. “Todos estaban pegados a la transmisión; me pusieron cosas bonitas y me apoyan mucho cuando se trata de equipar, porque saben lo que es: es como mi pasión”, reflexiona, visiblemente emocionada. Por su parte, Juan Pablo comenta que su familia siempre le inculcó hacer lo mejor posible: “Me motivan, me incentivan y siempre me dicen que hay que esperar los resultados, y que ojalá sean positivos”.

Y así ocurrió: la emoción se quebró en llanto. Estefanía no esperaba ganar y, cuando lo hizo, las lágrimas llegaron. Ese momento convirtió el escenario en símbolo de superación y de la fuerza que pueden tener la pasión y el orgullo por la cultura.

Ahora, con el campeonato provincial en sus manos, ponen la mirada en lo que viene: el regional en Ancud, el próximo 4 de septiembre. Saben que deben ensayar más, renovar la coreografía, dar matices nuevos sin perder la autenticidad. “Tenemos una buena relación, pero queremos perfeccionar pequeños detalles, innovar un poco”, explica uno; “y juntos ya hemos avanzado harto, así que será más fácil avanzar”, añade el otro.

Desde el DAEM Osorno se celebra con profundo orgullo este logro, que refleja el compromiso con el talento local y la identidad cultural que impulsa la gestión del alcalde Jaime Bertin. Aquí no solo vemos a dos campeones; vemos un testimonio vivo de esfuerzo, sentido de comunidad y amor por nuestras raíces. Estefanía y Juan Pablo se han convertido en verdaderos embajadores de la cueca, de su liceo, de sus familias y de toda una comuna que cree en sus niñas, niños y jóvenes. Su triunfo va en línea con las políticas municipales de fomento al desarrollo integral y cultural de nuestros estudiantes. Les deseamos el mayor de los éxitos en Ancud y más allá, seguros de que su esfuerzo sigue danzando en el corazón de nuestra gente.

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